Locuras

Economía y política: en una opinión sesgada


Hola, mi nombre es Kevin, soy estudiante de primer año de Economía. Este es un blog un tanto interactivo, donde hablaré sobre algunas de mis experiencias como estudiante. Saben, es increíble cómo puede cambiar tu visión del mundo al estudiar. Muchas veces se escucha que estudiar no sirve debido a que emprender es una mejor manera de la falso error de que no vas a trabajar para nadie lo cual es un tanto ilusorio, aunque yo no estoy completamente de acuerdo; creo que el conocer es una forma de enriquecer nuestra mente, una escalera que nos permite ver desde mayores alturas. Aunque hoy en día, el sistema educativo parece centrarse más en preparar a los estudiantes para ser útiles a las empresas, en lugar de fomentar su desarrollo personal, sigo pensando que el estudio es valioso; es una puerta a una nueva manera de ver el mundo.

A lo largo de mis estudios, me he dado cuenta de que es fácil caer en la trampa de pensar que todo está orientado a satisfacer las necesidades del mercado. A menudo siento que el sistema educativo no fomenta el crecimiento individual de cada estudiante, sino que se enfoca en crear “trabajadores” eficientes. Esto me lleva a reflexionar sobre cómo, muchas veces, las ideas que nos rodean y las decisiones que tomamos no son tan nuestras como creemos.

En ocasiones, me pregunto si todo esto es parte de un plan de “Alguien allá arriba”, como un empresario con bigote al estilo alemán, ¿Mala referencia? lo se pero al final tu sacaras tus conclusiones, en definitiva creo en alguien que su misión es la superioridad de su propia clase, es decir, millonarios y “filántropos” que piensan en cómo exprimirnos. ¿No? ¿Soy el único que lo piensa? Sé que suena extraño, pero ¿No es curioso cómo a veces parece que nos desentendemos de nuestra propia responsabilidad en el mundo que ayudamos a construir con nuestras acciones? Es triste ver personas durmiendo en la calle y sentir compasión por ellas, pero también pensar que, al final del día, cada uno elige cómo pensar y actuar. Aunque no siempre puedo saber cómo piensan los demás, a veces me encuentro dudando: “Solo soy un estudiante, ¿qué sabré yo?”. Sé que mis palabras pueden sonar contradictorias, pero es una disyuntiva que aún no termino de entender.

Admito que mi perspectiva puede estar sesgada, pero incluso un “ciego” como yo puede ver cómo a aquellos en el poder les importamos poco o nada. No es que seamos insignificantes, sino que simplemente no somos su prioridad. Esto plantea una disyuntiva interesante: ¿Elegirías ser un millonario y ayudar a otros, o centrarte solo en tu propio bienestar, dejando tus necesidades en segundo plano? Porque, seamos sinceros, es difícil cambiar el mundo cuando quienes tienen el poder no están interesados en hacerlo y la mayoría simplemente espera ser ayudada. Lo admito, yo también entro en ese segundo grupo; esto no es un escrito de superioridad, sino una llamada de atención para buscar algo mejor, incluso si no llegamos al ideal. Es curioso, en Economía se tiende a pensar que los empresarios o cualquier ente tienen una racionalidad impecable, pero no hay nada más alejado de la realidad.

A veces pienso que la pobreza no puede ser erradicada, porque su existencia impulsa la economía. Las políticas estatales que prometen eliminar la pobreza me parecen ilusorias, ya que el sistema actual depende de que haya personas dispuestas a aceptar condiciones laborales difíciles solo para sobrevivir. Al final, ¿a quién preferirías contratar: a alguien dispuesto a soportar abusos por necesidad o a alguien con derechos que no depende tanto del trabajo?

Ahora, déjenme hablarles de Adam Smith. ¿Han escuchado sobre la famosa “mano invisible”? Smith, uno de los padres de la economía moderna, propuso que en un mercado libre, las acciones individuales, aunque motivadas por el interés propio, terminan beneficiando a la sociedad en general. Como si una “mano invisible” guiara a cada persona para generar bienestar común, aun sin proponérselo.

Sin embargo, la idea de la “mano invisible” me hace pensar en cómo los sistemas y las industrias influyen en nuestras vidas de formas que ni siquiera notamos. Es como si hubiera una fuerza invisible que nos empujara hacia el consumismo y hacia una vida dictada por ideas que no son realmente nuestras. Es interesante, ¿no? ¿Qué tanto de nuestras ideas y decisiones son realmente nuestras, y qué tanto son implantadas por las expectativas de otros?

A veces, me pregunto si en realidad todas estas reflexiones no son más que mi forma de justificarme ante un mundo que no siempre entiendo. Me resulta tentador culpar a otros para no sentirme responsable, para liberarme de la carga de no cumplir con las expectativas sociales. Pero ¿no les ha pasado? Nuestro cerebro nos juega malas pasadas, haciéndonos creer que tenemos el control total sobre nuestras decisiones, cuando en realidad estamos moldeados por tantas influencias externas. Al final, lo que llamamos “realidad” es solo una interpretación, una opinión.

Siempre he sido algo frío al analizar cómo funcionamos, especialmente a nivel mental. Sin parecer un loco, creo que, al final, somos máquinas que operan con algoritmos, con programas que guían nuestras decisiones y reacciones. Es curioso, pero pienso que si conociera tu vida con suficiente detalle, podría predecir tus pensamientos, incluso tus acciones futuras. Lo sé, suena raro, pero así es como veo las cosas.

A veces sueño con ser alguien grande en algún campo, ya sea en la Economía, el ajedrez, o lo que sea. Pero, sinceramente, la incertidumbre me asusta. Mirar hacia adelante es como asomarse a un abismo lleno de posibilidades desconocidas. Pero bueno, nada que no se pueda superar, ¿verdad? Al fin y al cabo, todos tenemos el poder de ser extraordinarios. Aunque suene a cliché, se trata de tomar a una persona común, como tú o yo, y hacer ese “extra” que nos lleva más allá de lo esperado.

Besos y abrazos,
Atentamente, un loco que ve el mundo como se le fue dado.

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